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jueves, 26 de agosto de 2010

Sesión Tercera – Protocolo

Por Daniela Carreño Barreto

Código: 432739

La ponencia alrededor de la cual giró la tercera sesión del seminario tuvo como título Los problemas de la Genealogía de la Moral y el concepto de moral. Entre los primeros comentarios que se hicieron a la misma estuvo el énfasis que el ponente hizo sobre el uso del término “consecuencia lógica”, el cual aparece en la traducción pero no en el original en alemán. Se hizo la consideración de que, si bien la palabra Logisch no aparece en el original, posiblemente se agregó para poner de relieve la sistemática transvaloración operada por los esclavos sobre la moral noble, pero en todo caso la adición de uno u otro término no es un aporte significativo, puesto que la transvaloración no fue tan sistemática. Se hizo totalmente, pero no siguió un plan organizado y específico como para aseverar que en efecto fue una “consecuencia lógica”. Esto puso de relieve algunas fallas en la traducción, que definitivamente afectan la comprensión del texto.

Otras observaciones que se le hicieron a la ponencia fue la falta de coincidencia entre los títulos de los numerales y su contenido, así como el pasar por alto la sutil ironía de Nietzsche en su mención de los genealogistas morales ingleses, de los que afirma que resultan más interesantes sus propias vidas que su trabajo. Conocer más sobre las circunstancias por las que (y en las que) escribieron sobre la historia de la moral podría ayudar a comprender por qué, llegados a un punto, cesan de escribir. Cuando dan con el origen de la moral, éste resulta tan vergonzoso que no lo exhiben, tan hiriente para su orgullo intelectual que prefieren ocultarlo, pero, ¿por qué? Un posible motivo del que se habló fue el que afirma que tal vez el origen de la moral desvirtúa la idea de que el humano es un animal de intelecto y moral elevados, el animal superior, y de esta forma el orgullo e identidad humanos fundados sobre la idea de la superioridad moral se desmoronarían. Si bien no todos los genealogistas de la moral ingleses son sacerdotes, se afirmó que se puede inferir con facilidad que son definitivamente sus herederos a la hora de preservar el legado de la moral, y por ello, por su capacidad de empequeñecer al hombre con la moral que defienden, es que Nietzsche afirma vehementemente que ellos ofenden a quien considere que el humano es un animal de gran altura intelectual. Aún así, Nietzsche no concede tampoco un gran crédito a la idea del hombre como animal superior; éste no es más que el calificativo que el hombre se concede a sí mismo.

Las constantes metamorfosis conceptuales que sufre la moral no han sido suficientemente bien trabajadas, por lo menos en lo concerniente a los valores nobles. Es más exhaustivo el trabajo sobre los valores de los esclavos, que parten de la transvaloración, la cual sólo comienza a moldear dicha moral cuando los miserables empiezan a adquirir poder, a ascender socialmente. Por ello es tan importante examinar la historia de los valores justo antes de la transvaloración. En ella se encuentran las claves para comprender el origen de los valores de los esclavos, que aparecen como producto de un conocimiento cuidadoso de lo que se debía invertir y sus conexiones. No hay mejor muestra de ello que en el examen del significado del término “bueno” antes y después de la transvaloración: primero, como sinónimo de “poderoso”, “rico”, y luego como sinónimo de “humilde”, “pobre”. La impotencia se sobrevalora, el sufrimiento se desea, la sumisión es premiada.

De la misma forma se hace la ubicación del sentimiento de superioridad moral, que pasa de establecerse con base en la riqueza exterior y tangible a asentarse sobre la honra, en un proceso que podríamos llamar interiorización. Los valores interiores, lo que “no se puede comprar con el dinero”, lo que aleja de una existencia material plena, es lo que empieza a primar, llegando esta valoración a su máxima expresión en la figura del sacerdote. Un hecho crucial para comprender el incomparable éxito de dicha transmutación fue ubicada por uno de los participantes de la discusión en la pérdida de poder político de la aristocracia clásica. A medida que perdieron su poderío real, los aristócratas ubicaron su superioridad en lo anímico y moral (expresado en términos como la clase, la educación, los modales, etc.), lo que facilitó el ascenso de la moral esclava. Como afirmó el profesor: “Uno puede meterse el rollo de ser feliz sin realmente serlo”, y Nietzsche halla el origen de dicha autogestión principalmente en la envidia de los que son felices auténticamente, incluso más que en la necesidad de felicidad.

Por último, se desarrolló una discusión en torno a la pregunta central de la ponencia: “¿La manera inglesa de ver la moral está relacionada con la transvaloración sacerdotal?” Se estableció, en primer lugar, que la moral de los genealogistas ingleses no aparece claramente delimitada por Nietzsche en su crítica de la misma. Y, en segundo lugar, que estos genealogistas estudian la moral desde su tiempo y su opinión, por lo cual son, como les dice Nietszche, anacrónicos.

La conclusión de la discusión resultó, cuando menos, sorprendente. La figura del sacerdote, como estandarte de la moral esclava, encuentra sus raíces en lugares, irónicamente, aristocráticos. Comparte el mundo del noble vigoroso y fuerte, pero, contrario a él, está disociado del mundo militar al que por su posición social debería pertenecer. Empieza a ver a guerrero como malo en virtud de su incompetencia para la vida activa y al aire libre. Alimentando entonces su frustración y resentimiento constantemente, convierte su impotencia en elección. Dice escoger la vida pasiva por gusto, y aprovechando su elevado rango social, se convierte en un configurador moral y guía de las mentes menos cultivadas que pueda encontrar, o sea las de los esclavos. Inesperadamente, encontramos que la rebelión moral de los esclavos se gesta en la nobleza, al punto de que cuando la moral esclava se convierte en dominante, la vida noble pasa de ser la militar a la sacerdotal.

¡Y es precisamente la vida sacerdotal la que se deriva luego en la contemplativa: la vida filosófica! De esta forma, Nietzsche denuncia que, a la hora de analizar la genealogía de la moral y sus más oscuras raíces, ni siquiera los de su misma clase están exentos de culpabilidad. No es coincidencial que buena parte de los sacerdotes, así como otra cantidad considerable de filósofos, puedan identificarse en su incapacidad para las actividades de la vigorosa vida militar, y que generalmente vivan a la sombra de aquellos que puedan desempeñarse en esas actividades, viviendo la vida de los guerreros de antiguos pueblos combativos. De nuevo, el rencor es el móvil, el motivo, la razón última de este movimiento, y combina dos motivos de venganza, aparentemente muy distintos por sus autores, pero en el fondo idénticos puesto que suponen impotencia y debilidad: las carencias y el sometimiento de los pueblos esclavos, y la inadaptación social e incapacidad física de los nobles que no pudieron integrarse a la anhelada y respetada vida militar ensalzada por su pueblo.

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Ponente mirando el poniente