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sábado, 18 de septiembre de 2010

Preliminares sobre el individuo soberano


Antes que nada, debo agradecer a Víctor el planteamiento de su inquietud relacionada con mi afirmación de que el individuo soberano, al que Nietzsche se refiere en los numerales 2 y 3 del tratado segundo de la Genealogía de la moral, sería un hombre futuro. Independientemente de si Nietzsche lo concibió o no como tal, es evidente que durante la sesión en que tratamos conjuntamente los mencionados numerales, la afirmación que hice no estuvo acompañada del debido sustento. Víctor no solo ha llamado certeramente la atención sobre ello, sino que se ha tomado el trabajo de realizar una indagación propia sobre el asunto, llegando a la conclusión de que ni el texto de la Genealogía (GM), ni el texto de Aurora, dan pie para pensar en el individuo soberano como un hombre futuro.

Antes de abordar propiamente el tema (cosa que no alcanzaré a hacer hoy), me limitaré a dejar aquí consignadas unas notas preliminares.

En primer lugar, creo que debo distinguir entre lo que ahora (con la posibilidad de revisar cuidadosamente los textos) podría decir sobre el tema y lo que podría haber dicho entonces (en el momento mismo en que hice la afirmación en clase). Por lo que respecta a lo segundo y dando respuesta a la pregunta que plantea Víctor al final de sus inquietudes (¿qué parte del texto de GM o de Aurora me permitiría reconocer en el individuo soberano a un personaje del futuro?), mi respuesta sería: al pensar en el individuo soberano como un hombre futuro pensaba primeramente, claro está, en el conjunto de cosas que Nietzsche le atribuye a él en GM II, 2-3, a saber, en el hecho de que se lo presentase como “el final de un ingente proceso”, como un individuo que se ha liberado nuevamente de la “eticidad de las costumbres” y ha logrado colocarse por encima de ella (él es übersittlich), como un individuo en el que la voluntad se ha hecho libre (un individuo que podría ser acaso equiparable al llamado “espíritu libre”), como un individuo orgulloso de su privilegiada condición (la responsabilidad) y provisto, por tanto, de una buena conciencia respecto de su conciencia (por así decirlo). Pero, como dice Víctor, no hay en ninguna de estas descripciones uso alguno de formas verbales en el futuro. Mi presunción se fundaba en el hecho de que, sin hacerlo explícito, pensaba difusamente que la eticidad de la costumbre es aún hoy un estado de cosas prevaleciente; pensaba en que, en virtud de lo anterior, la mala conciencia aún hoy acompaña a quienes se atreven a lo desacostumbrado, pero que el individuo soberano se encuentra, por el contrario, orgulloso de su autonomía (= no eticidad); pensaba en pasajes, no necesariamente circunscritos a GM, en los Nietzsche deplora la debilidad de (o carencia de) la voluntad del hombre del presente; pensaba también en el diagnóstico que Nietzsche hace en el Zaratustra del hombre presente como “el último hombre” queriendo con ellos destacar en él una despreciable falta de “voluntad” para proyectarse hacia el futuro, hacia “un gran anhelo”. Todo esto habría que precisarlo ... o desecharlo.

Pero, por otra parte, me fundaba, sin expresarlo, en alguna lectura pasada de GM en la que creí haber establecido una estrecha conexión entre los numerales 2 y 3 y los numerales 24 y 25 del tratado segundo. Al revisar estos últimos numerales y compararlos con aquellos primeros he advertido (después de recibir lecientemente las inquietudes de Víctor), advierto que Nietzsche habla allí de un “hombre redentor” al que califica expresamente de “hombre del futuro” (GM, 123). Sin embargo, he de aclarar de inmediato que no hay ningún pasaje en el que Nietzsche afirme o niegue una identidad entre el individuo soberano de GM II, 2-3 y el hombre redentor de GM II, 24-25. El lector tendría que averiguarpor su cuenta. cuál es la relación que existe entre ellos La comparación reciente que he hecho entre GM III, 2-3 y GM II, 24-25 me hace pensar que en mi lectura anterior pude quizá haberme orientado por el hecho de que al final del §24 Nietzsche se refiere al hombre redentor como un hombre que "de nuevo libera a la voluntad”: un atributo que pareciera tener en común con el individuo soberano.

Lo anterior da respuesta a la pregunta acerca de las partes del texto en las que me estaba apoyando al hablar hace unos días del individuo soberano como un posible desarrollo futuro. Pero con ello no he ofrecido aún argumentos. A lo sumo he sugerido por dónde podrían discurrir. La discusión está, pues, abierta. Siendo así, quizá sea bueno volver al asunto del individuo soberano, en forma más detenida y, en todo caso, en forma argumentada, cuando examinemos conjuntamente los numerales 24 y 25 (me refiero a nuestra sesión programada para el 29 de septiembre). No sé si uno de los dos ponentes encargados de los últimos numerales de GM II (Hayder o Juan Camilo) quiera dar entonces (o antes) algunas puntadas sobre el tema.

Entretanto, quisiera dejar breve registro de una rápida exploración que he hecho ayer sobre el “estado de la cuestión”. He consultado para ello dos obras recientes y comprehensivas sobre la GM que les recomendé a Uds. al inicio del seminario: las obras de Janaway (2007) y Hatab (2008). Constato lo siguiente.

Janaway no excluye que el individuo soberano se haya dado ya, de cuando en cuando, como un caso excepcional (Goethe habría sido para Nietzsche un ejemplo en este sentido). Pero plantea, a la vez ,que el individuo soberano evoca, ante todo, individuos futuros (119). Janaway funda esta apreciación en conclusiones que extrae del hecho de que al individuo soberano se le atribuya una voluntad que se ha hecho nuevamente libre. (Argumenta, pues, en una dirección semejante a la que yo adoptaría, según lo expresado arriba).

Hatab, por su parte, resulta ser un decidido representante (si no el precursor) de una posición contraria. Aunque no se refiere a Janaway (cuyo libro recién había aparecido cuando él concluía el suyo), Hatab identifica todo un conjunto de intérpretes que (como aquél) ven en el hombre soberano “el modelo para el hombre creativo” (76, nota 2). Hatab critica esta interpretación y sostiene, por el contrario, que el individuo soberano “nombra el ideal moderno de la autonomía racional individual, la cual Nietzsche critica como vestigio de la moral de los esclavos” (76). Hatab comenta que durante un tiempo fue el único en oponerse a dicha interpretación (del individuo soberano como “modelo del hombre creativo”), aunque ya entretanto pueda decirse, según él, que ha surgido un “pequeño movimiento” en apoyo suyo. [[Hatab remite a un ensayo de Davis Acampora titulado “On Sovereignty and Overhumanity: Why It Matters How We Read Nietzsche’s Genealogy II” (en: Acampora, ed., Nietzsche’s On the Genealogy of Morals, 2006, pp.147-161). Desgraciadamente no lo poseo en este momento]].

No es mi interés presentar aquí los numerosos argumentos que Hatab expone en su libro en contra de la idea del individuo soberano como hombre futuro, ni tampoco los que expone Janaway a favor de ella. Uds. tienen los textos (que, sin embargo, adjunto en los apartes relevantes) y pueden allí leer los argumentos en pro y en contra. Mi único propósito aquí es dejar sentado que el asunto que ha planteado Víctor resulta ser un tema sobre el cual no hay (ya) consenso y sobre el cual hay una literatura preexistente que sería bueno consultar y a la cual los remito como paso preliminar para una discusión aún por venir.

Germán Meléndez

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